Primero Georgia, luego Corea del Sur, ahora crisis electoral en Rumanía: Anulación de las elecciones presidenciales de 2024
El 6 de diciembre de 2024, la Corte Constitucional de Rumanía anuló los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales realizadas el 3 de diciembre, generando controversia en un contexto de creciente polarización política. Este fallo involucró a Calin Georgescu, candidato de extrema derecha conocido por sus simpatías hacia Rusia, y a Elena Lasconi, del partido liberal Unión Salvar Rumanía (USR). La decisión ha puesto en evidencia los desafíos de la democracia rumana y sus implicaciones geopolíticas.
Resultados iniciales y candidatos clave
En las elecciones del 3 de diciembre, Calin Georgescu obtuvo el primer lugar con el 30,8 % de los votos, superando a Elena Lasconi, quien recibió el 29,2 %. Georgescu, quien se presentó como candidato independiente, basó su campaña en un discurso nacionalista y euroescéptico, abogando por mantener a Rumanía al margen del conflicto en Ucrania y oponiéndose a lo que describió como «dictados de Occidente». Su mensaje resonó entre sectores descontentos con la élite política tradicional.
Por su parte, Elena Lasconi, ex periodista y figura prominente del USR, representa una visión liberal y proeuropea. Lasconi se comprometió a fortalecer los vínculos de Rumanía con la Unión Europea y la OTAN, destacándose como la antítesis de Georgescu en el espectro político. Su entrada al balotaje fue posible al superar por un margen estrecho al entonces primer ministro Marcel Ciolacu, líder del Partido Socialdemócrata (PSD), quien quedó en tercer lugar con el 28,9 % de los votos.
Motivos de la anulación
La Corte Constitucional, presidida por Marian Enache, justificó su decisión en dos aspectos clave. Primero, acusaciones de fraude electoral relacionadas con la transferencia indebida de votos de un candidato retirado en favor de Lasconi. Segundo, investigaciones sobre el financiamiento de la campaña de Georgescu, en las que se alega que recibió apoyo indirecto de Rusia mediante campañas de desinformación y promoción en redes sociales como TikTok.
El fallo también se vio influido por informes de ciberataques contra instituciones rumanas, atribuidos a actores vinculados al Kremlin. Estos ataques buscaron desestabilizar el proceso electoral y favorecieron a Georgescu al amplificar mensajes que cuestionaban la legitimidad de las instituciones rumanas y su alineación con Occidente.
Reacciones nacionales e internacionales
La decisión de anular las elecciones generó una ola de protestas en Bucarest y otras ciudades importantes. Los seguidores de Georgescu denunciaron la medida como una «intervención autoritaria» de las élites políticas para evitar un cambio en el statu quo. Georgescu, en declaraciones públicas, calificó la anulación como un «golpe contra la voluntad popular».
Elena Lasconi y su partido, USR, también expresaron preocupación, argumentando que el proceso de revisión de votos careció de transparencia. Por otro lado, Marcel Ciolacu, tras quedar fuera de la contienda, apoyó la decisión judicial, enfatizando la necesidad de proteger la democracia rumana.
En el plano internacional, la Unión Europea y la OTAN siguieron de cerca los acontecimientos. Los aliados occidentales ven a Georgescu con desconfianza, temiendo que su posible ascenso al poder pudiera debilitar la posición de Rumanía dentro de estas organizaciones, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania.
Implicaciones y pronóstico
El fallo de la Corte Constitucional programó nuevas elecciones para el 28 de diciembre de 2024. Este evento podría profundizar la polarización política en Rumanía, fortaleciendo a partidos extremos como la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), que ya han capitalizado el descontento popular. Asimismo, el incidente pone en duda la capacidad del país para gestionar procesos electorales libres de interferencias internas y externas.
En el futuro inmediato, se espera que la elección entre Georgescu y Lasconi defina no solo el rumbo político de Rumanía, sino también su posición en el panorama geopolítico europeo. Un triunfo de Georgescu podría significar un acercamiento a Rusia y un distanciamiento de las políticas euroatlánticas, mientras que una victoria de Lasconi reforzaría el compromiso de Rumanía con la UE y la OTAN.
La estabilidad política de Rumanía está en juego, y el desenlace de este proceso será crucial para determinar si el país puede superar esta crisis y avanzar hacia una democracia más sólida y resiliente.